martes, septiembre 27, 2005

Colin Powell conoce los Límites


La génesis del racismo, tanto en América Latina como en los Estados Unidos, no es endógena, no proviene de la cultura ni de la ideología, sino que tiene raíces netamente económicas.
En las plantaciones azucareras de las Antillas, los negros eran explotados hasta el límite de sus posibilidades y luego desechados, tal como se hace con las bestias. En Estados Unidos fue diferente.
La oligarquía sureña, organizó una sociedad racialmente separada, sin dar ninguna participación a los negros en sus metas, su proyectos nacionales y sus luchas, creando condiciones para su reproducción en un intentó por mantener la esclavitud aun cuando no existiera la trata de esclavos.
Esos fenómenos explican el tratamiento cruelmente benévolo que los esclavistas daban a sus dotaciones, permitiéndoles formar familias y premiando su buen comportamiento con migajas de libertad. Esa filosofía dio lugar a una raza triste, sumisa y resignada que pobló el sur de los Estados Unidos y cuya aspiración, salvo excepciones, no fue eliminar el yugo blanco sino ascender en la escala social hasta llegar hasta donde ellos se encontraban.
Andando el tiempo esa formula encontró espacio en la protesta pasiva, no violenta que prevaleció y convirtió lo que debió ser una lucha de liberación en una limitada exigencia de ciertos derechos.
Después de que Luther King y Kennedy lograran el fin de la segregación racial, apareció una elite de negros ilustrados y triunfadores, bellos, elegantes, incluso ricos, cuya presencia en las escuelas y universidades, la televisión, los bufetes, las cortes, en Hollywood e incluso en la política, crearon el espejismo de una igualdad genuina.
El ejercicio de hipnosis ideológica, no es perfecto. En ciertos círculos, la rebeldía se reproduce y episódicamente ocurren destapes como el mostrado por Katrina, que revelan la verdad. Con matices de color local, lo ocurrido en Nueva Orleáns pudo haber sucedido también en Chicago, Boston o Nueva York o en cualquier parte de la Unión.
Cuando algunos negros, Powell entre ellos, ascienden en la escala social, desplazándose de un estrato social a otro, la fidelidad a la clase a la que económicamente ascienden, genéricamente blanca y la compasión con los suyos, crea un estrés existencial.
Hijo de emigrantes antillanos, criado en el Brown, prosperando en la rudeza del ejército en el que sirvió durante 35 años, participando en las guerras de Vietnam y el Golfo, Powell alcanzó una alta jerarquía, esforzándose el doble de lo que un blanco hubiera necesitado.
El primer negro en ascender a la jefatura de las Fuerzas Armadas Norteamericanas y ocupar la Secretaria de Estados de los Estados Unidos, parece no haber podido con la carga que significa permanecer indiferente ante la tragedia de sus hermanos de raza, atrapados en el delta del Mississippi y ha criticado a la administración por el ineficiente manejo de la crisis asociada al huracán Katrina.
Powell se rebeló ante la lentitud y la incompetencia del equipo de Bush del que con buen sentido se apartó, no obstante, se detuvo en el umbral donde comenzaría el examen de las verdaderas causas de la tragedia, absolviendo a la sociedad de los cargos principales: «No creo que el problema sea racista, sino económico» «…La cuestión no ha sido racista, pero la pobreza afecta desproporcionadamente a los afro americanos en este país».
Cantinflas no lo hubiera dicho mejor.
Además del tacto político y la cautela que evidenció durante su trabajo en la Secretaria de Estado, Powell se detuvo en el límite que no debe sobrepasar. Denunciar el racismo como causante de la pobreza y la exclusión que otra vez condenó a la muerte y a la humillación a los negros norteamericanos, hubiera sido transgredir las reglas. No es para tanto.

LA POBREZA EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE TIENE COLOR


La población negra de América Latina y el Caribe es casi cuatro veces mayor que la indígena, pero su situación de pobreza y discriminación permanece tras bastidores pese a ser igual o mayor que la de los pueblos originarios de la región.
Es que a diferencia de los indígenas, que se calcula suman unos 40 millones, los 150 millones de afrodescendientes tienen escaso poder político, organizaciones atomizadas y su situación recibe menos atención en foros internacionales e investigaciones académicas.
Los estudios disponibles indican que más de 90 por ciento de la población descendiente de los esclavos traídos de África a América en la época colonial es pobre, tiene acceso sólo a los empleos menos remunerados y cuenta con bajo nivel de educación. Además, es sujeto de una aguda discriminación por el color de su piel.
"Los negros siguen siendo los más excluidos, son en general la última rueda del coche, incluso más allá que los indígenas", comentó a IPS Quince Duncan, miembro de la Comisión Científica del programa "La Ruta del Esclavo" del Fondo de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Según una investigación de 2001 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL ("Discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe"), "la población afrolatina y afrocaribeña", que llega a casi 30 por ciento del total de habitantes de la región, es de "alta densidad y poca resonancia".
Aunque suman 150 millones de personas, la mayoría de las cuales se concentran en Brasil, Colombia y Venezuela, llama la atención la tenue presencia política de esta comunidad, su poco acceso a instancias de gobierno, así como la falta de datos exhaustivos sobre su situación económica, apunta el estudio de Cepal titulados "Discriminación étnico-racial y Xenofobia".
Hay una "invisibilización del problema negro", concluye ese estudio. En Brasil, la población blanca es 2,5 veces más rica que la negra, en Colombia 80 por ciento de los afrodescendientes viven en la pobreza extrema y en Cuba, el único país de América con sistema económico socialista, habitan las peores viviendas y tienen los trabajos peor pagados, indican investigaciones realizadas en esos países.
"La situación de los negros ha merecido menos atención que la de los indígenas, pues llegaron a América después de la conquista europea, sus parámetros culturales no son originarios de la región y su integración al trabajo fue más plena y rápida", explicó Duncan, entrevistado vía telefónica desde Costa Rica, donde reside.
En América Latina y el Caribe, "el racismo se concentra sobre todo en los negros, aún más que en los indígenas, y eso es evidente en toda América, aunque hay países que están haciendo esfuerzos importantes por revertir la situación", aclaró el investigador costarricense.
Duncan es parte de un programa de la Unesco, creado en 1994, que realiza estudios y promueve encuentros en todo el orbe sobre la historia y situación de los descendientes de los esclavos africanos.
El presidente de México, Vicente Fox, levantó una ola de críticas por declarar el viernes 13 que sus compatriotas hacen trabajos en Estados Unidos "que ni siquiera los negros quieren".
El mandatario tuvo que presentar disculpas y hacer aclaraciones ante Washington, cuyos portavoces reclamaron por esa declaración. "Las críticas que se le hicieron (a Fox) son justas, pues el presidente asumió los estereotipos que existen sobre los negros. Pero debemos decir que gran parte de la población de América piensa cosas similares", apuntó Duncan.
A comienzos de este año y por iniciativa oficial, se realizó en Ecuador "la Primera Encuesta Nacional sobre el Racismo y la Discriminación Racial" entre un universo de 37.500 personas. Los resultados indican que 65 por ciento de los consultados creen que en su país hay racismo y 88 por ciento sostuvo que los negros son los más discriminados.
En México, donde menos de dos por ciento de los 104 millones de habitantes son de raza negra, una encuesta difundida en octubre de 2000 por el diario local El Universal reveló que 56,6 por ciento de los entrevistados consideraron que en su país hay racismo. Además, 61,1 por ciento de ellos dijeron creer que existe discriminación por el color de la piel.
Estudios del Ministerio de Educación de Brasil, el país con la población de origen africano más numerosa de América Latina y el Caribe, señalan que entre los estudiantes universitarios apenas 2,2 por ciento son negros, frente a 18 por ciento de los mestizos y 80 por ciento de los blancos.
El porcentaje de analfabetismo en Brasil es 2,5 veces mayor entre los negros que otros grupos raciales. En Cuba, donde 30 por ciento de sus 11,2 millones de habitantes son negros, el racismo sigue vivo e incluso se intensificó en los últimos 10 años, indicó en 2003 un estudio realizado por la Academia de Ciencias a pedido del gobierno de Fidel Castro.
La revolución no ha conseguido abatir "las diferencias en el estatus social y económico de la población negra del país", reconoció en un discurso el presidente Castro.
Mientras, en Colombia, el estatal Departamento de Planeación Nacional, consigna que 80 por ciento de los negros colombianos viven por debajo de la línea de pobreza. "Pero la situación de discriminación está cambiando en toda América, pues se hacen esfuerzos, aunque aún pequeños, por revertirla", declaró Duncan.
La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas, ha sido ratificada por casi todos los países de América Latina y el Caribe, y el compromiso de abatir este flagelo ha sido reiterado en declaraciones emitidas en numerosas citas de jefes de Estado y de gobierno sobre este asunto.